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SUENA EL VIENTO

SYLVIA TERESA MANRÍQUEZ
Suena el viento
a la voz de un hombre muerto
a lamento de mujer…
Suena y llega
a volarme la cabeza
a morderme la razón
a enfriar mi cuarto
a inventar en qué mentirme
a ver si grito.
…puede hablar tranquilo mientras te estrangula
puede andar de día, puede andar de noche
…duermo con los dedos sobre el pecho
quiero probar la felicidad
quiero creer que se puede andar
¡libre! por las calles.
José Cruz

Que el trabajo de las y los periodistas hace visibles los problemas y logra respuestas y que ejercerlo en nuestro país se ha vuelto un acto prácticamente suicida; que son objeto de linchamientos a través de las redes sociales cuando lo que se dice o se escribe no agrada, dijo Rafael Cano Franco, también exigió a nombre del Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores las condiciones suficientes de libertad y trabajo para ejercer esta profesión de manera libre y sin ataduras. Dolorosa exigencia cuando se recuerda que tenemos décadas reclamando el derecho a informar en libertad, sin temor a la mordaza que aniquila plumas, voces y vidas. Causa escalofríos la terrible y silenciosa certeza de las palabras de Cano Franco, cuando se conocen los nombres de seis colegas a quienes se les cegó la vida en lo que va de este 2018. José Gerardo Martínez periodista de El Universal; Carlos Domínguez periodista independiente, autor de una columna política, trabajó en El Diario de Nuevo Laredo, Tamaulipas; Leobardo Vázquez Atzin laboró en La Opinión de Poza Rica y Vanguardia antes de fundar su propio medio llamado Enlace informativo Regional en Veracruz; Juan Carlos Huerta conductor del programa de radio Sin Reservas en Tabasco; Alicia Díaz González colaboradora de El Financiero, en Nuevo León; y Héctor González Antonio corresponsal del diario Excélsior en Tamaulipas.
El viento suena a necesidad de cambiar este país que sigue siendo el más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Si, el viento suena a voces repetidas en los señalamientos de inseguridad e impunidad. Contundente el mensaje dado por Rafael en la Segunda Entrega de Reconocimientos y Preseas del Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores, que se llevó a cabo hace unos días en la ciudad de Mérida, Yucatán. Actual presidente del Foro, recordó la reflexión de un colega de la capital yucateca que resume la realidad: en México hay libertad de expresión pero no de expresarse. No se puede permitir que sea censurada, coartada e intimidada por quienes buscan control de todo tipo, incluido el político.
Coincido con él en que en un país de libertad y democracia la prensa libre debe ser factor fundamental y básico del desarrollo de la sociedad, nuestra sociedad, la que habitamos y tramitamos todos los días para nosotros y para quienes nos acompañan. Por eso destaco el posicionamiento del Comité Ejecutivo Nacional y las y los periodistas que conforman el Foro, dejando claro que en la actual contienda electoral se observan dos proyectos distintos para México, y aunque a las y los profesionales del periodismo no les toca decir cuál es el mejor, si les toca informar, hablar con la verdad y señalar lo bueno y lo malo. Es un posicionamiento que exige respeto al trabajo periodístico y a la opinión, porque necesitamos que el viento del presente deje de sonar a miedo, represalias, venganzas y muerte, porque merecemos un viento que suene a civilidad, respeto y libertad.

* Autora y productora Radio Sonora

Titila sobre la luna su mirada

Dormido sobre la tierra, espantado va su sueño, titila sobre la luna su mirada, de maestro.

Dos alas negras siniestras rompieron el corazón el día que se llevaron a mi hijo sin razón.

No, no, no, no se lleven a mi hijo, no, no, no el dolor come mis huesos, no, no, no, frío está, todo es invierno.

No puedo más que buscarte porque vivo te perdí y vivo quiero encontrarte. 

Fragmento de la Canción de cuna oscura.

La oaxaqueña Geo Meneses interpreta esta canción de Neiffe Peña, autora venezolana.  Escuchar “Canción de cuna oscura” en una fecha como la que se conmemora hoy,  presenta una reflexión urgente, soslayada impunemente.

Se dice que el corazón de las madres es inmenso, que todo tiene cabida y que puede soportar todos los dolores del mundo y hasta una debacle mundial; lo único difícil de soportar es la pérdida de un hijo, una hija. Las madres mexicanas ven desparecer a sus hijos con frecuencia escalofriantes.

Sin duda, la pérdida de un ser querido duele, la de un hijo, una hija, cuando se debe a una desaparición, es dolor, incertidumbre y coraje, intensos, difíciles de aguantar durante mucho tiempo.

Las madres mexicanas han tenido que padecer pérdidas que no se solucionan. Soportan humillaciones, maltratos, vejaciones, en su justa exigencia de respuestas.

Mientras mis hijos me abrazan pienso en esas mujeres a quienes no las abandona la esperanza de volver a tener de nuevo en sus brazos a la hija o hijo desparecidos; seguras de que volverán, sin saber cuándo ni si vivos o muertos.

Mientras abro obsequios pienso en las puertas que se les cierran a cada paso, en su imperiosa necesidad de encontrar ayuda en la búsqueda de respuestas que den consuelo a su desasosiego.

Al compartir el pastel, la comida, se hace difícil pasar bocado cuando se recuerda a tantas mujeres mexicanas a quienes el dolor les quita el hambre.

Los pasos entre obstáculos son difíciles, lentos, pero no imposibles. Cada puerta que se cierra obliga a tocar más, cada mordaza hace surgir más voces, y aunque las armas de fuego obligan a detenerse, nada puede contra una madre que encuentra esperanza en cada pequeña pista, porque ya no tiene más que perder.

Para estas mujeres la discusión más importante sobre el diez de mayo no se cierne en los conceptos de maternidad, maternaje y maternazgo, ya los conocen, los aprendieron de golpe. Se centra en su  derecho a saber qué pasó con sus hijos, dónde están y por qué les fueron arrebatados.

La exigencia es el derecho de  ver salir y regresar a casa a sus hijos, sanos y en libertad. El derecho a recibir respuestas si algo les pasa. El derecho a dejar de vivir en una tierra que nos cobije en vez de atemorizarnos.

Hace ya mucho tiempo que las madres mexicanas sentimos temor si el hijo, la hija tienen que estudiar lejos, trabajar fuera, salir de noche, hacer un alto en el regreso a casa.

Hace mucho que necesitamos opciones de estudio apropiadas, oportunidades de trabajo dignas. Hace mucho que intentamos mostrarles a nuestros hijos que en el mundo hay justicia y libertad, porque hablar de paz y fraternidad es algo cada vez más difícil.

Quizá mi madre sintió temor cada vez que algo retrasaba mi llegada a casa. Este miedo se magnifica hoy, que no sabemos si volverán los hijos cada día a casa.

Personas muertas, ejecutadas y desaparecidas no eran cosa de todos los días. Las madres hemos tenido que aprender a enseñar sobre el peligro de un secuestro, cualquiera que sea su origen.

Pienso esto, en esta fecha, y deseo poder ver regresar a casa a mis hijos e hijas cada día, lo mismo que deseo que la justicia haga que tantas madres mexicanas vean regresar a los suyos vivos, porque vivos los vieron partir.

Imagino titila sobre la luna su mirada esperanzada en el regreso.

@SylviaT   Correo: sylvia283@hotmail.com

Vuelo nocturno

Hoy se recuerda a Ingeborg Bachmann.

Poeta y novelista austríaca, perteneció al grupo literario Gruppe 47. Escribió poemas, cuentos, ensayo y también libretos de ópera.

Vuelo Nocturno 

Nuestro campo es el cielo,

arado con el sudor de los motores,
frente a la noche,
bajo la intervención del sueño.

Soñado sobre calvarios y piras,
bajo el tejado del mundo, cuyas tejas
se ha llevado el viento -y ahora, lluvia, lluvia, lluvia
en nuestra casa y en los molinos
los ciegos vuelos de los murciélagos.
¿Quién vivía allí? ¿Quién tenía límpidas las manos?
¿Quién resplandecía en la noche,
fantasma a los fantasmas?

Al abrigo del plumaje de acero, interrogan
instrumentos el espacio, relojes y escalas,
la maleza de nubes, y roza el amor
el lenguaje olvidado de nuestro corazón:
corto y largo largo… Durante una hora
bate granizo el tímpano del oído,
que, desafecto a nosotros, escucha y distorsiona.

No ha desaparecido el sol ni la tierra,
solo se han movido como astros, irreconocibles.

Nos hemos remontado de un puerto
en que no cuenta el retorno,
ni la carga ni la pesca.
Las especias de la India y las sedas del Japón
les pertenecen a los comerciantes,
como los peces a las redes.

Pero se percibe un olor
que se anticipa a los cometas,
y el tejido del aire
desgarrado por el cometa caído.
Llámalo estado de los solitarios
en que se lleva a cabo el asombro.
Nada más.

Nos hemos remontado, y los conventos están vacíos
desde que toleramos, una orden, que no salva ni enseña.
Actuar no es asunto de los pilotos. Tienen la vista fija
en las bases y extendido sobre las rodillas
el mapa de un mundo al que nada hay que añadir.

¿Quién vive ahí abajo? ¿Quién llora…?
¿Quién pierde la llave de la casa?
¿Quién no encuentra su cama, quién duerme
sobre los umbrales? ¿Quién, cuando llega la mañana,
se atreve a interpretar la estela de plata: mirad, por encima de mí…?
Cuando el agua impulsa de nuevo la rueda del molino,
¿quién se atreve a recordar la noche?


De «El tiempo postergado» Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada 
 

Las cubetas de la abuela

Sylvia Manriquez

Contaba la abuela que las niñas y los niños de su familia tenían que ir por agua al río porque no había agua entubada en su pueblo, recordaba que su papá le hizo unos baldes de madera pequeños para que ella pudiera cargarlos acomodados en los extremos de una vara que se colocaba en los hombros.

Con el tiempo, hubo que ir más lejos por el agua porque los ríos se iban secando o estaban contaminados. Lo recuerda cada vez que se le termina el agua de garrafón –así le dice- o le ofrecen agua en botellitas.

Como en la espalda de la abuela, a las mujeres se les carga la transmisión de las tradiciones, son educadoras de las generaciones nuevas, quienes transmiten el cuidado de la casa y del entorno. Desde la cocina ellas han educado para el cuidado del medio ambiente, enseñan a reciclar, reutilizar, cuidar el agua, las plantas, el entorno y a los demás miembros de la familia y la comunidad.

A decir de Inés Martínez de Castro, de GEMAS (Género Medio Ambiente y Salud), el ecofeminismo postula que esas responsabilidades son de dos: mujer y hombre. Junto con el cuidado de menores, personas enfermas y ancianas; de la misma forma en que las mujeres han estado saliendo a trabajar y a colaborar en el sostenimiento de casa y familia.

Cuando hay un desequilibrio en el medioambiente se afecta principalmente a las mujeres porque son las responsables de la salud de la familia. Cuando ocurren fenómenos como sequías, inundaciones, ciclones devastadores y otros que tienen que ver con el calentamiento global, las más afectadas son las mujeres, porque son las cuidadoras del bienestar y la salud de la familia. 

Dice Inés que si algo le pasa a los niñas y niños, al tío, a la abuela, pues las mujeres llevan la responsabilidad tanto del cuidado como de la enfermedad. Por eso hay una relación íntima entre dos esferas: la de la salud y la del medio ambiente.

Reflexiono en las muchas poblaciones del mundo sin agua, donde las mujeres aun recorren grandes distancias para abastecerse, muchas veces en zonas sin protección. La falta de condiciones sanitarias apropiadas y seguras expone a mujeres y niñas a situaciones de violencia. Además de que les toma el tiempo que pueden dedicar a estudiar o trabajar.

Coincido con Parker Liautaud, un explorador polar que lucha contra el cambio climático, quien en su artículo “La discriminación de género del calentamiento global” dice que los efectos del calentamiento global son severos con las personas pobres, la mayoría de las personas en pobreza son mujeres.

Los roles de género tradicionales no les permiten tomar decisiones, ni proponerlas, aunque son ellas quienes padecen la carencia de políticas públicas que las protejan o las que han sido mal implementadas.

A pesar de que este tema no es nuevo siguen sin aplicarse medidas efectivas para evitar esta desigualdad.

En 1995 durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing, se observaron 12 esferas de especial preocupación, La mujer y el medio ambiente es una de ellas. En la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing se señalan tres objetivos estratégicos de los gobiernos en relación con el medio ambiente: participación activa de las mujeres en las decisiones sobre el medioambiente; integración de sus preocupaciones y perspectivas en políticas públicas; además, establecimiento de métodos de evaluación de la repercusión en la vida de las propias mujeres.

Es cierto que a más de 20 años se ha avanzado, pero falta mucho por hacer. No se puede hablar de progreso mientras muchas mujeres mexicanas y sonorenses sigan siendo las responsables de cuidar el ambiente sin poder intervenir en las políticas públicas más que como observadoras.

Hoy la abuela diría: las mujeres tenemos la espalda dolida de cargar además de  cubetas con agua, la responsabilidad del cuidado de la familia y el planeta, sin poder hacer algo para cambiar tan devastadora realidad.

@SylviaT    sylvia283@hotmail.com

Más que hambre.

Sylvia Teresa Manríquez.

Yo pido que la familia ayude a sus hijos porque son ellos quienes nos dicen “anda comete una galleta” y eso nos hace querer comerla, pero no es bueno para nosotros por la alimentación que debemos llevar.

Son palabras de Joel, un adolescente con quien tuve oportunidad de platicar en mi programa de radio. Hablamos del Síndrome de Prader Willi, una enfermedad con muchos síntomas que él padece desde su nacimiento y que lo hace tener hambre siempre.

Este síndrome pertenece a un grupo de padecimiento llamados “enfermedades raras”. Rebeca, madre de Joel, es una mujer que aprendió a transformar contratiempos en retos.

Cuando nació su hijo, se dio cuenta que no se desarrollaba como se espera normalmente. Parecía flácido y blando cuando lo cargaba, le faltaba tonicidad en los músculos; presentaba problemas para deglutir y succionar, además notó los ojos en forma de almendra y el llanto débil.

Después supo que estos niños no producen suficiente hormona del crecimiento, lo que les provoca baja estatura y obesidad. Su bebé siempre tenía hambre. Además, los genitales no se desarrollan bien.

En una parte de la entrevista Joel me dijo “Necesitamos que los médicos conozcan esta enfermedad porque a veces no saben que es y no saben cómo tratarnos”. Debemos admitir que falta capacitación y sensibilidad de los profesionales de la salud en cuanto a este tipo de padecimientos.

Cuando padres y madres de familia acuden con los especialistas se encuentran ante la falta de conocimiento sobre Prader Willi, por lo que  suelen ser enviados de vuelta a casa, con una dieta balanceada para que sus hijos no sigan subiendo de peso.

Rebeca no se detuvo. Buscó respuestas por su cuenta. Encontró en internet la descripción del Síndrome de Prader Willi que contenía todos los síntomas que presentaba su bebé. También encontró asesoría en asociaciones de Prader Willi en Sudamérica. Halló una en México que  particularmente ha sido su apoyo, la Fundación María José de Pachuca, Hidalgo.

Con la información en sus manos buscó la ayuda de genetistas y se pudo diagnosticar el síndrome que estaba afectando a toda su familia, no sólo a Joel, su hijo.

Más que destacar los síntomas de Prader Willi, quiero insistir en la urgente necesidad de informarnos y capacitarnos.

Es triste y angustiante ver a madres con menos recursos, desesperarse al no encontrar apoyo en quienes deberían brindárselos, tanto en instituciones públicas como privadas.

Aunque ya se sabe más sobre Prader Willi aún tenemos un lamentable déficit de sensibilidad en los especialistas y profesionales de la salud, aún hay quienes dejan el remedio en consejos sobre la disciplina a la hora de comer con la consiguiente frustración y desgaste de familias completas al no encontrar solución en un simple régimen alimenticio.

En una sociedad que se debate cada día en el sobrevivir a los problemas diarios, la solidaridad para con las familias afectadas por el Síndrome de Prader Willi desparece.

Discriminarlos por ser personas gordas sólo nos sumerge en el atraso. Caminar juntos es caminar hacia el progreso moral y humano.

No permitamos que nuestra moral colectiva se vea en serio proceso de deterioro.

@SylviaT correo: sylvia283@hotmail.com

Humanos sin color

Por Sylvia Teresa Manríquez 

Señora, señora – me dijo un niño – tenga cuidado, esa niña la va a hechizar y señaló a una niña albina sentada junto a mí. 

Acostumbrada a observar discriminación y racismo hacia indígenas, gente pobre, con alguna enfermedad, gente de color, adultos mayores, sexo, y muchos otros motivos, no me había detenido a pensar en la gente albina hasta el momento en que aquel niño me hizo patente el prejuicio y los tabúes que existen alrededor de las personas con esta condición. 

Hace unos días la ONU nos invitó a tomar conciencia de que las personas con albinismo son víctimas de la ignorancia, incluso de los profesionales de la salud. Y es que su apariencia ha hecho que se tejan a su alrededor falsas creencias, supersticiones, que los marginan y excluyen socialmente. 

El asunto es serio, según ese mismo organismo internacional que concentra información de asociaciones de la sociedad civil, las personas con albinismo son víctimas de asaltos, mutilaciones y asesinatos por lo menos en 25 países del mundo, principalmente en el continente africano. 

Aunque en nuestro país no se tiene noticias de tal grado de violencia, no significa que no se les haga víctimas de discriminación  y marginación. 

En África se tiene la superstición de que algunas partes del cuerpo de las personas albinas otorgan poderes mágicos, lo que ha provocado que se les ataque y su vida esté en peligro constantemente. 

Es importante propagar la información de que el albinismo no tiene nada que ver con enfermedades o limitaciones. Consiste solamente en la ausencia de pigmentación en piel, cabello y ojos. No es contagioso pero si hereditario y congénito, se presenta cuando ambos padres son portadores del gen que lo transmite, aunque ellos no presenten los síntomas. 

Las personas albinas son propensas a padecer problemas en los ojos, como intolerancia a la luz y movimientos involuntarios, así como lesiones en la piel por la exposición a la luz del sol, algo que conocemos bien quienes vivimos en este soleado estado. 

Además de los  anteriores riesgos para su salud, las personas con albinismo se ven obligadas a sobrevivir a la falta de conocimiento de quienes les toca convivir con ellos. Si razonamos en que cualquiera puede ser portador del gen sin saberlo la perspectiva cambia, porque a nadie le gusta que alguno de sus hijos sea discriminado o violentado por carecer de color en la piel. 

Qué tal si combatimos la apatía, negligencia, intolerancia, prejuicios y violencia con información, solidaridad y amor al prójimo ¿Será muy difícil? 

Tomemos conciencia: las personas sin color en la piel son tan seres humanos como nosotros mismos. 

@SylviaT   Correo: sylvia283@hotmail.com  

¿De quién son?

¿De quién son?

Sylvia Teresa Manríquez

Camino al trabajo me detengo por un café, desde la ventana de mi carro pude verla. Estiró las manos para recibir una crepa y un café negro grande. La observé.

Es morena, como de treinta años, la piel firme a pesar del descuido. Vestido corto y raido, pies descalzos. Se retiró seguida por al menos tres perras y dos perros con quienes iba compartiendo el alimento.

En una banca una pareja joven. Los cabellos sucios y la ropa rota. Guardan sus pocas pertenencias en dos o tres bolsas de plástico.

De otra banca se levanta un hombre, quizá 27 o 28 años de edad, luce cansado, su ropa está en mejores condiciones aunque en su calzado se ve que ha andado muchos caminos. Se acerca y pide dinero que complete el pasaje para regresar a su casa.

Es de Sinaloa, dice, que si no puedo darle dinero por favor envíe un mensaje por la radio diciendo que está atrapado en Hermosillo. Le diga a su familia que no pudo llegar al otro lado y que en esta ciudad unos cholos le quitaron todo menos la ropa.

No es toda la gente en situaciones difíciles que encuentro en la calle. Estoy segura que quien lee podría también hacer su propia lista con la preocupante sensación de que cada vez son más las personas en pobreza extrema que pronto serán indigentes, cada vez más.

¿De quién son las y los indigentes?

¿Quién cuida a la mujer de las crepas además de sus perros, desde cuándo no se hace un Papanicolaou?

¿Dónde toman agua limpia, que comen, dónde están cuando no los vemos?

De quién son me pregunto desde que conocí a este hombre que me pidió encarecidamente dé la dirección de la plaza para que su familia pueda encontrarlo.

Un sabor amargo me viene al recordar a seres como el “Manzanitas”, a quien conocí hace muchos años cuando me ofreció libros para enriquecer mi acervo. Decía que era físico, enseñó francés y tenía familia, acabó viviendo fuera de su casa, así terminaron sus días.

Es estremecedor saber que en este país todas y todos corremos el riesgo de caer en la pobreza extrema y después convertirnos en indigentes.

El Diccionario del Español Mexicano, del Colegio de México (Colmex) define Indigente como la persona que carece de lo necesario para vivir, que no tiene lo imprescindible para subsistir; y a la Pobreza como la situación de las personas en que carecen de lo necesario para vivir o lo tienen muy limitado; ejemplo: la pobreza de los seris, la pobreza de un maestro.

Hace poco tiempo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), informó que la magnitud de la población mexicana que vive en pobreza e indigencia es mayor a la que, en promedio, registran América Latina y el Caribe.

Casi 40% de las y los mexicanos viven en pobreza y 13% en la indigencia. Eso significa que en este país tenemos casi 41 millones de pobres y 15 millones de indigentes (tomando como referencia 112 millones de habitantes en México según Inegi en el último censo de población).

Observando esos datos el escalofrío es inevitable. Si la economía no mejora todos y todas estamos expuestos a encontrarnos en las estadísticas como extremadamente pobres, o en el peor de los casos, indigentes; porque después de la pobreza extrema viene la indigencia, cuando solo se posee lo que se lleva puesto.

Entonces ¿De quién son los indigentes? Tenemos un censo que dice que hay 600 en la capital sonorense ¿Es la solución regresarlos a su lugar de origen donde seguramente hay más personas en situación de calle? ¿O por qué se regresan?

Asistirlos en un centro hábitat, con atención médica, sicológica, alimentación, baño y vestido es un buen paso. Pero no termina allí. Se necesitan programas que posibiliten la colaboración de autoridades y ciudadanía, a fin de proveer programas que los ayuden a prepararse para el autoempleo y poder salir de las calles, volver a sentirse personas dignas, eso como primer paso.

Porque los indigentes son de todos, todos debemos participar en la solución.

@SylviaT   Correo: sylvia283@hotmail.com

VERSIONES

Eliseo Alberto

La muerte es esa pequeña jarra, con flores pintadas a mano, que hay en
todas las casas y que uno jamás se detiene a ver.
La muerte es ese pequeño animal que ha cruzado en el patio, y del que nos consuela la ilusión, sentida como un soplo, de que es sólo e
l gato de la casa,
el gato de costumbre, el gato que ha cruzado y al que ya no volveremos a
ver.
La muerte es ese amigo que aparece en las fotografías de la familia,
discretamente a un lado, y al que nadie acertó nunca a reconocer.
La muerte, en fin, es esa mancha en el muro que una tarde hemos mirado,
sin saberlo, con un poco de terror.

Eliseo Alberto: periodista, novelista, poeta y guionista

Lichi, como cariñosamente lo llamaban sus amigos, nació en Cuba en 1951, pero desde 1990 adoptó a México como su segunda patria. Con su obra Caracol Beach, ganó la primera edición del Premio Internacional Alfaguara de Novela en 1998.

Ciudad de México • Amante del ajedrez y de la cocina; cubano de nacimiento y mexicano por adopción, Eliseo Alberto era un escritor versátil, lo mismo hizo guiones para radio y televisión, que poemas y novelas con las que ganó el reconocimiento internacional.

Eliseo Alberto de Diego García Marruz, nombre completo del escritor, nació el 10 de septiembre de 1951 en Arroyo Naranjo, un pueblito de Cuba.

Se licenció en Periodismo en la Universidad de la Habana y fue jefe de redacción de la gaceta literaria El Caimán Barbudo y subdirector de la revista Cine Cubano.

En la isla dio clases y talleres de cine en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, labor que continuó en México, donde compartió sus conocimientos en el Centro de Capacitación Cinematográfica de México. Además colaboró en el Sundace Institute de Estados Unidos y en Chile.

Lichi, como cariñosamente lo llamaban sus amigos, se mudó a la Ciudad de México en 1990 y en 2000 adoptó la ciudadanía.

Era hijo del poeta cubano Eliseo Diego, de quien hablaba con frecuencia en sus colaboraciones y entrevistas.

Eliseo Alberto admitía que una de sus pasiones más grandes era el ajedrez, además se sabía un gran cocinero.

En su página de Facebook, Eliseo Alberto sumaba, hasta hoy, mil 234 amigos, quienes colocaron en su muro decenas de frases de despedida dedicadas al escritor.

En Facebook, Lichi escribió que de religión era cristiano-católico, en ideología política, demócrata, mientras que en situación sentimental, definió: “es complicado”

Su novela Caracol Beach le hizo ganar la primera edición del Premio Internacional Alfaguara de Novela en 1998.

Otras de sus obras fueron las novelas La fogata roja, (Premio Nacional de la Crítica, 1983) y La eternidad por fin comienza un lunes.

Con su libro de memorias Informe contra mí mismo (Alfaguara, 1997) ganó el Premio Gabino Palma.

Como guionista de cine y televisión colaboró con diversos directores, entre los que figura Tomás Gutiérrez Alea, con quien colaboró en la cinta Guantanamera.

Se casó con la bailarina cubana Rosario Suárez, Charín; pero se divorciaron. Luego se unió con María del Carmen Álvaro Díaz, madre de su hija María José, quien nació el 1 de junio de 1984.

Su obras…

Poemarios

– Importará el trueno (1975, La Habana, UNEAC)
– Las cosas que yo amo (1977, La Habana, Ediciones Unión)
– Un instante en cada cosa (1979, La Habana, Ediciones Unión)

Novelas

– La fogata roja. La Habana, Gente Nueva, 1985.
– La eternidad por fin comienza un lunes. México, Ediciones del Equilibrista, 1992.
– Caracol Beach. Madrid, Alfaguara, 1998.
– La fábula de José. México, Alfaguara, 2000.
– Esther en alguna parte (2005), Espasa. Finalista Premio Primavera de Novela.
– El retablo del conde Eros (2008), ed Planeta Mexicana, El Aleph.

Otros

– Informe contra mí mismo, escrito en 1978 y publicado más tarde en el extranjero. Narra cómo la seguridad del Estado cubano le pidió que hiciera un informe contra su propia familia; Editorial Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara.

– Dos cubalibres: nadie quiere más a Cuba (2004, Península). Artículos y entrevistas

– Una noche dentro de una noche (2006, Cal y Arena), recopilación de 75 entregas de su columna periodística Rueca dentada en el diario mexicano La Crónica de Hoy

– Breve historia del mundo (Santillana México, Literatura Infantil)

– Del otro lado de los sueños (Santillana México, Literatura Infantil)

– En el jardín del mundo (Santillana México, Literatura Infantil)

Fuente: http://www.telediario.mx/node/94627